Decidimos pasar una noche en Valladolid, eso estaba fuera de nuestro plan original. Llegamos y andando (un poco desorientados), con un hambre atroz dimos con la Chispa, en un inicio dudamos entrar, pasaban las 5:00 pm y el restaurante estaba vacío, no obstante, le dimos el voto de confianza y entramos. No sólo comimos delicioso y barato, sino que lo mejor de todo fue la amabilidad el mesero y del dueño, que además, se brindaron y nos ayudaron a encontrar sitio donde pasar la noche, eso se agradece muchísimo cuando vas sin reservas de nada en pleno fin de año, sin dudas volvería!Gracias por hacer de nuestra experiencia algo genial! Saludos chicos.